lunes, 26 de abril de 2010

Apostolado de la Oración: 50 millones oran por las intenciones del Papa

 

Sigamos en oración por las intenciones del Santo Padre Benedicto XVI.   Propaguemos y vivamos el ofrecimiento cotidiano por el Papa y sus intenciones.  Compartamos y propaguemos.

miércoles, 7 de abril de 2010

Oración por el Papa Benedicto XVI

El enemigo de Dios no pierde el tiempo.  Pero sabemos que Dios, nuestro Padre, nuestro Señor, está con nosotros.  Y nos repite continuamente en la voz de Jesucristo y su Santo Espíritu: 

¡NO TENGAS MIEDO!

Es indispensable que oremos por el Papa.  Hay quienes hoy, quisieran poner en tela de juicio la calidad moral de su persona para desacreditar el indiscutible peso de sus opiniones como líder mundial que es.  Les guste o no, lo que opine el Papa es importante para millones de personas.  Pero quienes  lo cuestionan, desconocen a quien le sirven.  Desconocen que Dios los ama a pesar de atacar a quien Él envía en este tiempo para darles la buena noticia, la única noticia que realmente importa en este mundo.

El Apostolado de la Oración, se siente unido especialmente al Papa.  Y ora por él y con él.  Por eso damos a conocer las intenciones mensuales.  Pero hoy, hermanos, es urgente orar por la persona del Papa.  El profeta Zacarías alerta al Pueblo:

7¡Despierta, espada, contra mi pastor
y contra el hombre que me acompaña!
–oráculo del Señor de los ejércitos–.
Hiere al pastor y que se dispersen las ovejas,
y yo volveré mi mano contra los pequeños.

8 Entonces, en todo el país
–oráculo del Señor–
dos tercios serán exterminados, perecerán,
y sólo un tercio quedará en él.

9 Yo haré pasar ese tercio por el fuego,
y los purificaré como se purifica la plata,
los probaré como se prueba el oro.
Él invocará mi Nombre,
y yo lo escucharé;
yo diré: "¡Este es mi Pueblo!"
y él dirá: "¡El Señor es mi Dios!".

Jesús, cita justamente este pasaje a sus discípulos para advertirles que su fracaso iba a descorazonarlos y dispersarlos. (Nota de la Biblia de Jerusalén).   Mateo 26:
 
31Entonces les dice Jesús: "Todos vosotros vais a escandalizaros de mí esta noche, porque está escrito:
Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño."
 
32Mas después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea.
 
¿Pero en este momento, acaso habrá más de un cristiano, decepcionado de la Iglesia, de sus sacerdotes, de su máximo líder, máximo servidor?  ¿Qué buscan los que cuestionan al Papa? Este pasaje de Nuestro Señor en la Cena Pascual, para mí nos da una clave sobre el tiempo que estamos viviendo.  Porque el tiempo que estamos viviendo justamente es la Pascua de Resurrección y Jesús claramente dice que él va ¡delante nuestro!

Deberíamos hacer un compromiso de oración por el Papa, pidiendo a Dios, la protección de su Preciosa Sangre sobre él.  Necesita mucho de nuestra oración, de nuestros pequeños y grandes ofrecimientos cotidianos.

Acá quisiera compartir una hermosa oración al Espíritu Santo pidiendo por el Papa Benedicto XVI.

Oración por el Papa Benedicto XVI                                                            

¡Espíritu Santo, renueva la faz de la Tierra!

lunes, 5 de abril de 2010

¡Es la Pascua de Resurrección!


¿Qué es la Pascua?

La pascua es la fiesta principal y mas antigua de los cristianos. Es el corazón del año litúrgico. León I la llama la fiesta mayor (festum festorum), y dice que la Navidad se celebra en preparación para la Pascua (Sermón xvii en Exodum). 
La pascua conmemora la Resurrección del Cordero Inmolado: Jesucristo. Manifiesta la victoria ganada en la Cruz por Jesús sobre el demonio. Los hombres estábamos bajo la esclavitud de Satanás pero en Cristo tenemos vida nueva.   


Hay una continuidad histórica y religiosa entre La Pascua judía y la cristiana ya que Cristo murió el primer día de la fiesta judía de la Pascua, que celebra la liberación por mano de Dios del pueblo judío de la esclavitud de Egipto. 
Tiene además un profundo simbolismo ya que la muerte de Jesucristo cumple la Antigua Ley, sobre todo en lo referente al cordero pascual que los judíos comen la noche víspera del 14 de Nisan.  Cristo, es inmolado el mismo día de la pascua judía, en que se inmolaban los corderos en el templo. Jesús es el Cordero Pascual que nos libera del pecado.  Por eso nuestra pascua, como la judía recuerda el paso de Israel por el Mar Rojo, el cordero pascual, la columna de fuego que guiaba a Israel, etc.  Pero ahora con un significado mas completo.

La fecha de la pascua es variable. La razón es la conexión entre la pascua judía y la cristiana. La Iglesia determina la fecha de la pascua cada año según el calendario judío que es diferente al nuestro.   
El calendario judío es lunar (tiene 354 días y se basa en las fases de la luna) mientras que el nuestro es solar. Cada cuatro años los judíos intercalan un mes a su calendario, no según un método definido sino arbitrariamente por orden del Sanedrín. 
Los judíos comen el cordero pascual la víspera del 15 de Nisan, o sea el 14 por la noche. (Nisan es el primer mes del calendario judío). Jesús celebró la pascua (la última cena) según la costumbre judía la víspera de la Pascua, o sea, el 14 de Nisan. Murió en la cruz el 15 de Nisan y resucitó el 17 de Nisan. Resulta que en aquel año el 15 de Nisan cayó en viernes y por lo tanto el 17 de Nisan cayó en domingo (que en aquella época no se llamaba "domingo"). 
La diferencia entre los calendarios (judío y romano) dio lugar a numerosas controversias sobre la fecha para la celebración de la pascua. Los judíos cristianos continuaron usando el calendario judío para la pascua. Celebraban la pasión el 15 de Nisan y la pascua de resurrección el 17 de Nisan (fuese o no domingo ese año). En el resto del imperio, sin embargo, se tomó en consideración que Jesús históricamente resucitó el domingo. Celebraban basado en el domingo, fuese o no ese año el 15 de Nisan. Además, todos los domingos se celebra a la fiesta de la Resurrección.
Pero quedaba un problema: ¿Cual domingo preciso escoger para la celebración anual de la pascua?. No todos los cristianos celebraban el mismo día la pascua. Ya desde el siglo III se consideraba que, según el calendario romano, Jesús murió el 25 de Marzo y resucitó el 27 (Computus Pseudocyprianus, ed. Lersch, Chronologie, II, 61). Algunos obispos celebraban la pascua según esas fechas fijas. La Iglesia Romana, basada en la autoridad de San Pedro y San Pablo celebraba la Pascua el primer domingo después de la primera luna llena después del equinoccio de primavera. Este domingo siempre cae entre el 22 de Marzo y el 25 de Abril.
El Primer Concilio de Nicea (325) decretó que la práctica romana para determinar el domingo de Pascua debe observarse en toda la Iglesia. En referencia al domingo de pascua se calculan las otras fiestas movibles del calendario litúrgico.
La Iglesia ortodoxa celebra la pascua otra fecha, según el calendario Juliano (ortodoxo ruso).

Siendo la fiesta mas importante de la liturgia, la pascua se celebra por 50 días, desde el domingo de Pascua hasta Pentecostés.  Según la liturgia actual, la cuaresma termina en la tarde del Jueves Santo con la liturgia de la Cena del Señor que da comienzo al Triduo Pascual.  El Viernes Santo se hace el "ayuno pascual" que se continúa el sábado santo, preparatorio a la gran celebración pascual .  El triduo culmina en la Vigilia Pascual del sábado por la tarde.
Los primeros ocho días de la pascua constituyen la octava  y se celebran como solemnidades del Señor. 
El agua bendecida en la Vigilia pascual se usa para los bautismo en toda la temporada de pascua.

Tomado de:
Pbro. Jordi Rivero, La Pascua. http://www.corazones.org/biblia_y_liturgia/liturgia/pascua.htm

Ahora quisiera compartir la bendición papal para esta fiesta, la dejo en vídeo y en texto para nuestra meditación.


04/04/2010 12.18.50



Mensaje "Urbi et Orbi"
Radio Vaticano




Queridos hermanos y hermanas:

Os anuncio la Pascua con estas palabras de la Liturgia, que evocan el antiquísimo himno de alabanza de los israelitas después del paso del Mar Rojo. El libro del Éxodo (cf. 15, 19-21) narra cómo, al atravesar el mar a pie enjuto y ver a los egipcios ahogados por las aguas, Miriam, la hermana de Moisés y de Aarón, y las demás mujeres danzaron entonando este canto de júbilo: «Cantaré al Señor, sublime es su victoria, / caballos y carros ha arrojado en el mar». Los cristianos repiten en todo el mundo este canto en la Vigilia pascual, y explican su significado en una oración especial de la misma; es una oración que ahora, bajo la plena luz de la resurrección, hacemos nuestra con alegría: «También ahora, Señor, vemos brillar tus antiguas maravillas, y lo mismo que en otro tiempo manifestabas tu poder al librar a un solo pueblo de la persecución del faraón, hoy aseguras la salvación de todas las naciones, haciéndolas renacer por las aguas del bautismo. Te pedimos que los hombres del mundo entero lleguen a ser hijos de Abrahán y miembros del nuevo Israel».
El Evangelio nos ha revelado el cumplimiento de las figuras antiguas: Jesucristo, con su muerte y resurrección, ha liberado al hombre de aquella esclavitud radical que es el pecado, abriéndole el camino hacia la verdadera Tierra prometida, el Reino de Dios, Reino universal de justicia, de amor y de paz. Este “éxodo” se cumple ante todo dentro del hombre mismo, y consiste en un nuevo nacimiento en el Espíritu Santo, fruto del Bautismo que Cristo nos ha dado precisamente en el misterio pascual. El hombre viejo deja el puesto al hombre nuevo; la vida anterior queda atrás, se puede caminar en una vida nueva (cf. Rm 6,4). Pero, el “éxodo” espiritual es fuente de una liberación integral, capaz de renovar cualquier dimensión humana, personal y social.
Sí, hermanos, la Pascua es la verdadera salvación de la humanidad. Si Cristo, el Cordero de Dios, no hubiera derramado su Sangre por nosotros, no tendríamos ninguna esperanza, la muerte sería inevitablemente nuestro destino y el del mundo entero. Pero la Pascua ha invertido la tendencia: la resurrección de Cristo es una nueva creación, como un injerto capaz de regenerar toda la planta. Es un acontecimiento que ha modificado profundamente la orientación de la historia, inclinándola de una vez por todas en la dirección del bien, de la vida y del perdón. ¡Somos libres, estamos salvados! Por eso, desde lo profundo del corazón exultamos: «Cantemos al Señor, sublime es su victoria».
El pueblo cristiano, nacido de las aguas del Bautismo, está llamado a dar testimonio en todo el mundo de esta salvación, a llevar a todos el fruto de la Pascua, que consiste en una vida nueva, liberada del pecado y restaurada en su belleza originaria, en su bondad y verdad. A lo largo de dos mil años, los cristianos, especialmente los santos, han fecundado continuamente la historia con la experiencia viva de la Pascua. La Iglesia es el pueblo del éxodo, porque constantemente vive el misterio pascual difundiendo su fuerza renovadora siempre y en todas partes. También hoy la humanidad necesita un “éxodo”, que consista no sólo en retoques superficiales, sino en una conversión espiritual y moral. Necesita la salvación del Evangelio para salir de una crisis profunda y que, por consiguiente, pide cambios profundos, comenzando por las conciencias.
Le pido al Señor Jesús que en Medio Oriente, y en particular en la Tierra santificada con su muerte y resurrección, los Pueblos lleven a cabo un “éxodo” verdadero y definitivo de la guerra y la violencia a la paz y la concordia. Que el Resucitado se dirija a las comunidades cristianas que sufren y son probadas, especialmente en Iraq, dirigiéndoles las palabras de consuelo y de ánimo con que saludó a los Apóstoles en el Cenáculo: “Paz a vosotros” (Jn 20,21).
Que la Pascua de Cristo represente, para aquellos Países Latinoamericanos y del Caribe que sufren un peligroso recrudecimiento de los crímenes relacionados con el narcotráfico, la victoria de la convivencia pacífica y del respeto del bien común. Que la querida población de Haití, devastada por la terrible tragedia del terremoto, lleve a cabo su “éxodo” del luto y la desesperación a una nueva esperanza, con la ayuda de la solidaridad internacional. Que los amados ciudadanos chilenos, asolados por otra grave catástrofe, afronten con tenacidad, y sostenidos por la fe, los trabajos de reconstrucción.
Que se ponga fin, con la fuerza de Jesús resucitado, a los conflictos que siguen provocando en África destrucción y sufrimiento, y se alcance la paz y la reconciliación imprescindibles para el desarrollo. De modo particular, confío al Señor el futuro de la República Democrática del Congo, de Guínea y de Nigeria.
Que el Resucitado sostenga a los cristianos que, como en Pakistán, sufren persecución e incluso la muerte por su fe. Que Él conceda la fuerza para emprender caminos de diálogo y de convivencia serena a los Países afligidos por el terrorismo y las discriminaciones sociales o religiosas. Que la Pascua de Cristo traiga luz y fortaleza a los responsables de todas las Naciones, para que la actividad económica y financiera se rija finalmente por criterios de verdad, de justicia y de ayuda fraterna. Que la potencia salvadora de la resurrección de Cristo colme a toda la humanidad, para que superando las múltiples y trágicas expresiones de una “cultura de la muerte” que se va difundiendo, pueda construir un futuro de amor y de verdad, en el que toda vida humana sea respetada y acogida.
Queridos hermanos y hermanas. La Pascua no consiste en magia alguna. De la misma manera que el pueblo hebreo se encontró con el desierto, más allá del Mar Rojo, así también la Iglesia, después de la Resurrección, se encuentra con los gozos y esperanzas, los dolores y angustias de la historia. Y, sin embargo, esta historia ha cambiado, ha sido marcada por una alianza nueva y eterna, está realmente abierta al futuro. Por eso, salvados en esperanza, proseguimos nuestra peregrinación llevando en el corazón el canto antiguo y siempre nuevo: “Cantaré al Señor, sublime es su victoria».