viernes, 30 de septiembre de 2011

Sexto encuentro (Semana Bíblica): Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios



Nos encontramos de nuevo con la Palabra de Dios en esta 18a Semana Bíblica, meditando las bienaventuranzas.  Estamos siguiendo la propuesta del CENECAT para este año.  Hemos resumido y adecuado los textos para presentarlos en este blog.  Estamos usando el siguiente folleto:  Equipo Nacional de Biblistas, CENECAT (Centro Nacional de Catequesis). 2011. 18a Semana Bíblica: Las Bienaventuranzas (Mateo 5: 1-11).  CENECAT, Costa Rica. 58 p. 

Hemos venido estudiando y meditando esta Palabra, deseando encontrar juntos, caminos de vida según el Proyecto de Dios, anunciado y vivido por Jesús.  Cada bienaventuranza, cada "dichosura" nos revela un aspecto de la vida de Jesús, quien, pasando por la cruz, alcanzó la resurrección, siempre consecuente con su misión de anunciar y vivir el Reino del Padre.

Nos escuchamos

Es importante observar el mundo en que vivimos, desde nuestro barrio, el medio de trabajo; desde nuestro cantón, el país entero, el continente, todos los continentes, para preguntarnos: ¿Qué actitudes mueven a los que dirigen esta realidad que vivimos? ¿Qué buscan realmente los que planifican sus negocios y su influencia en un país y en otro, especialmente los países ricos en los menos favorecidos? ¿Cuáles situaciones violentas en Costa Rica y el mundo, se están viviendo? ¿Conocemos a alguien que trabaje por la paz en la familia, el barrio, el mundo o la Iglesia? ¿A qué nos invitan esas personas?

Escuchamos la Palabra de Dios

Invocación al Espíritu Santo


Encendemos una vela

Leemos en silencio y meditamos:

"Dichosos los que trabajan por la paz, porque se llamarán hijos de Dios" (Mt 5,9)


Reflexionamos

¿Qué significa ser manso, no violento o sencillo, como traducen ciertas ediciones de la Biblia? ¿Vivió Jesús esta actitud de profunda mansedumbre? ver Is 42, 1-9; Sal 1; 119, 1ss.

 ¿Qué significa trabajar por la paz? ¿Qué actitud supone ser constructor de paz?  ver Is 2, 1-5;; Miq 4, 1-5.

¿Fue Jesús un constructor de paz, a qué precio? ver Ef 2,14-15.

Vamos más a fondo

El término "paz", según la mentalidad israelita, no indica solamente la ausencia de guerra; "paz" designa el bienestar de la persona en su vida cotidiana, la armonía del ser humano con la naturaleza, la concordia familiar, la serenidad consigo mismo y la felicidad nacida de la amistad con Dios.  El ser humano pacífico es sabio, fuerte e íntegro (ver Job 9,4; Sal 37,37).  La paz personal nace de la solidez de una existencia vivida desde los valores que humanizan.  La paz social es fruto de la vivencia de la justicia y la solidaridad.

Por otra parte, el ser humano obtiene el don de la paz pidiéndoselo a Dios, buscando la ayuda de los hermnos y luchando activamente en favor de la justicia.  La paz es el don del Dios de la paz, como nos lo enseña San Pablo:  Hermanos, estén alegres, busquen la perfección (...), vivan en armonía y en paz; de este modo, el Dios del amor y de la paz estará con ustedes (2 Co 13,11).  Pero la paz de Dios sólo fructifica cuando el ser humanos es fiel a la ley del Señor, como enseña Dios en el Antiguo Testamento al decir: Si viven según mis leyes y guardan mis Mandamientos poniéndolos en práctica (...) habrá paz en la tierra (Lev 26,3-6).

Los pacíficos viven como hijos de Dios.  La persona de paz se sabe en las buenas manos de Dios y entrega su vida para la edificación del Reino, mediante la honestidad de su vida, la humanidad con el prójimo y el combate en favor de la justicia.

De lo que nos enseña la Palabra de Dios, intentemos comprender mejor el significado de estas dos bienaventuranzas.  En el contexto de Mateo, es intentar comprender lo que es el amor al prójimo.  Ambas declaraciones en boca de Jesús "aunque sabemos que es una composición literaria" supone entender la exigencia de una nueva manera de actuar y de vivir en la comunidad cristiana, en el Reino de Dios, que comienza desde ya.  No es para una vida futura, después de la muerte.  Es una manera nueva de actuar en relación con el prójimo.

Trabajar por la paz no quiere decir vivir tranquilo en su casa, sin hacerle daño a nadie.  Según la tradición judía, trabajar por la paz es cumplir una obra de misericordia, ayudando a aquellas personas que tienen dificultades para entenderse, para convivir, para reconciliarse (ver Prov 10,10; Eclo 28, 1-12).  El que construye la paz, vive como un verdadero "anawin"; es decir, un "pobre de espíritu", que todo lo espera de Dios y que siempre actúa conforme a la Alianza.

Quien trabaja por la paz entre los hombres y mujeres de este mundo, actúa como Dios mismo, ya que Dios es el Dios de la paz (ver Rom 15,33; 16,20).  Aquel que ha creado la paz entre Él y nosotros, los seres humanos.  Por eso, desde el Nuevo Testamento esta bienaventuranza coincide con la reconciliación, que Cristo Crucificado ha traído al mundo dividido (Ef 2, 14-17).

Quien vive esta actitud, presagia la presencia del Mesías y la llegada del Reino de Dios.  La actitud de mansedumbre es la de la persona sufrida, agobiada, que ante la realidad antagónica a la Alianza, no se irrita ni explota en cólera hiriente; es paciente, dócil, humilde, sin pesimismo, con esperanza.  Esta bienaventuranza tiene su trasfondo en muchos textos del Antiguo Testamento (ver Num 12, 13; Is 11, 1-9; 42, 1-4; Sal 37) y se repite en muchos otros del Nuevo Testamento (ver Mt 11, 29; 21,5; 25, 31-46; 1 Co 13; Sant 2,13).  Por algo el autor del Sermón del Monte cierra estas enseñanzas con "la regla de oro", del amor al prójimo (ver Mt 7, 12).  Jesús no deroga la Ley de Moisés, sino que la asume, le da plenitud y la vive hasta las últimas consecuencias.

La actitud de mansedumbre supone libertad y responsabilidad ante la vida, como la tuvo Jesús ante la Ley, ante las autoridades, ante el culto, buscando siempre la plenitud de la persona y el Reino del Padre.  El discípulo de Jesús sabe que el amor al prójimo es la esencia de la vida cristiana.   Los apóstoles y  los primeros discípulos  y los testigos a lo largo de la historia, entendieron que vivir según Jesús suponía practicar la justicia, no devolver mal por mal, perdonar sin guardar rencor o resentimientos, tener dominio de sí mismo, no herir a nadie ni con palabras, ni con golpes, saber escuchar; para la concordia y el entendimiento entre las gentes.

Jesús dijo: Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados... aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 28-30).  Es la esencia de la actitud del seguidor de Jesús, que busca continuar su obra aquí en la tierra, como una misión ineludible.

Finalmente, el Padre Gonzalo Martín, sacerdote de Málaga, España nos comenta esta bienaventuranza a la luz del texto del Papa Benedicto XVI en su libro "Jesús de Nazareth".



Escuchamos la invitación de la Palabra

¿Qué actitudes supone ser "manso" en la sociedad de hoy? ¿Cuál es nuestra valoración de una persona que sabe perdonar, que no arma pleito, que busca el entendimiento entre todos? ¿En qué momentos y lugares de nuestra vida hacen falta personas "mansas y humildes de corazón", "constructoras de paz"? ¿Cómo podemos comprometernos a crear un ambiente de paz por donde andamos?

Oremos

Salmo 130



Haz de mí un instrumento de tu paz - Isadora


lunes, 26 de septiembre de 2011

Quinto encuentro (Semana Bíblica): Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios


Llegamos al quinto encuentro de la 18a Semana Bíblica centrada este año en el tema de las Bienaventuranzas.  Estamos utilizando los textos tomados de: Equipo Nacional de Biblistas, CENECAT (Centro Nacional de Catequesis). 2011. 18a Semana Bíblica: Las Bienaventuranzas (Mateo 5:1-11).  CENECAT, Costa Rica. 58 p.  Los textos se han resumido y adaptado para presentarlos en este blog.

Con las Bienaventuranzas, Mateo se preocupa por trazar los rasgos que han de caracterizar a los seguidores de Jesús.  No es posible proponer la Buena Noticia de Jesús de cualquier forma.  Esta Palabra sólo se difunde si está respaldada por actitudes evangélicas.  Las Bienaventuranzas nos indican el espíritu que ha de inspirar la actuación de los discípulos mientras peregrinamos hacia el Padre.  Sólo así hemos de caminar hacia el futuro.

Nos escuchamos

Las angustiosas situaciones de violencia e injusticia por las que atravesamos, se ven agravadas por la corrupción generalizada de los gobernantes y líderes en nuestro país.  "Es también alarmante el nivel de la corrupción en las economías que involucra tanto al sector público como al sector privado, a lo que se suma una notable falta de transparencia y rendimiento de cuentas a la ciudadanía... (DA, 70).  ¿Qué significa ser una persona honesta, de recta intención? ¿Hemos conocido u oído hablar de personas en nuestra comunidad, país o continente que han manifestado un corazón compasivo y solidario?

Escuchamos la Palabra de Dios

Invocación al Espíritu Santo


Encendemos una vela

Leemos en silencio y lentamente:

"Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó y sus discípulos se le acercaron.  Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios (Mt 5, 1.8)."


Reflexionamos

¿A quién va dirigida esta Palabra? ¿Qué significa "subió al monte? ¿Por qué Mateo destaca esto? ¿Qué significa que Jesús se sentó? ¿Qué actitud supone "limpio de corazón? ¿Por qué es importante guardar en la memoria y en la actuación esta bienaventuranza en medio de nuestra realidad?

En la Biblia ¿qué significa?:

 Corazón: ver Sal 24; Sal 16;  Sal 76; Sant 4, 8; Jer 24, 7-31.32-34; Ez 36, 25-27; Mt 7, 20-21; Mt 15, 18-19; Mt 23, 24.

ver a Dios: ver Ex 19,21; 33,20; Is 6, 5; 1Co 13, 12; Ap 22, 3-4; Is 38, 11; Sal 42; Sal 16,15.  Ver a Dios es una promesa para el final de los tiempos (Ap 21,22).

Vamos más a fondo

Es conveniente tener presente el sentido bíblico de la palabra corazón, que va más allá de lo que se entiende como las emociones, los afectos y los sentiemientos.  

El término corazón designa la raíz profunda de la personalidad humana; podríamos decir es la fuente donde brotan los pensamientos, los deseos y las decisiones de la persona.  El Dios de la Vida nos ha dado a los seres humanos un corazón para pensar y con capacidad de discernir entre el bien y el mal.  Veamos los siguientes pasajes: 1 Reyes 3,9:  " Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?".  Daniel 2, 30:  "Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque en mí haya más sabiduría que en todos los vivientes, sino para que se dé a conocer al rey la interpretación, y para que entiendas los pensamientos de tu corazón."  Como vemos en el corazón se forjan los proyectos y se decide su ejecución y de él procede lo que sale de la boca (Mt 15,18).  Por esa razón, no es el alimento lo que hace impura a la persona, sino las malas intenciones y los actos que nacen de su corazón (Mateo 15,20).

En el Antiguo Testamento se le atribuye gran importancia a la pureza ritual.  Para ofrecer un culto agradable a Dios, es necesario un corazón puro.  La pureza de corazón se va a manifestar en la adoración al Dios único y verdadero que busca la solidaridad con el hermano (Sal 24, 4; Sal 15 (14), 2-5; y a su vez conduce a bucar la mirada de Dios.  Los profetas también interiorizaron esa noción, de manera que la referencia a la pureza de corazón está muy presente en sus escritos.  El profeta Isaías 1,16 invita a transformar la conducta de acuerdo con el proyecto de Dios.  En este mismo sentido, el salmista dice: Crea en mí, un corazón puro (Sal 51,12), o el Salmo 24, 3-4 que nos dice: ¿quién subirá al monte del Señor? El de manos limpias y puro corazón.

Por eso Mateo, como conocedor de la tradición profética del pueblo de Israel, asume este sentido, haciendo memoria de las palabras de Jesús al referirse a los limpios de corazón como las personas que están interiormente libres de codicia, egoísmo y perversidad, cuyo comportamiento exterior corresponde a su ser más profundo, leales, transparentes y honestos con Dios y con el prójimo; muy contrario a la actitud de algunos escribs y fariseos fanáticos que se quedan en lo externo y en las apariencias: ¡Fariseo ciego, limpia primero por dentro la copa, y así quedará limpia por fuera! (Mt 23,26).

Para Jesús la limpieza de corazón implica, por tanto, la rectitud de intención.  Y proclama felices a los limpios de corazón porque ellos verán a Dios, no sólo en la vida futura, sino también en la presente, ya que Dios se mantiene fiel a su lado, dándoles fuerzas y acompañándolos a lo largo del camino.  Ellos, en medio de la situación de conflicto y crisis, verán la intervención de Dios, actuando a partir de su compromiso con un corazón sincero, transparente y auténtico a favor de la Vida.

Ver a Dios significa entonces entrar en comunión con él.  En la tradición judía, ver significa también experimentar; así, lo que para la persona resulta imposible - ver a Dios- se le concede mediante la pureza de corazón.  La Palabra nos recuerda que la visión de Dios nos asemejará a él.  Ver 1 Jn 3,2; 1 Co 13,12.  En la resurrección de los justos, se gozará de esta promesa.  Para el discípulo entonces, es importante tener presente que quienes se dejan instruir por Jesús, son capaces de ver claramente para ayudar al hermano (Mt 7, 3-5).

Con esta bienaventuranza, Jesús quiere dejar claro que la limpieza del corazón es un don de Dios que se manifiesta en la capacidad de amar, en la mirada recta y limpia para hacer vida el Proyecto de Dios, hacer realidad una sociedad más justa y solidaria, donde queden atrás el miedo, los prejuicios, la violencia, el rencor, la exclusión y la injusticia.  Como dice el Apóstol: lo que hay de verdadero, de honorable, de justo, de íntegro, de amable y de encomiable; todo lo que sea virtuoso y digno de alabanza, ténganlo en estima (Fil 4,8).

Los "limpios de corazón" son los simples, que no piensan de una manera y obran de otra, y son los que se dan sin reservas, como el agua fresca de la montaña que sacia la sed al caminante cansado.  Son los que se han atrevido con valentía a quemar todos los ídolos que promueve la sociedad de mercado y consumo.  Por eso la persona que tiene el corazón limpio y simple, tiene también una mirada luminosa.

El Padre Gonzalo Martín, sacerdote de Málaga, España nos acompaña en la reflexión de esta bienaventuranza explicando lo escrito por Benedicto XVI en su libro "Jesús de Nazareth". 


Escuchamos la invitación de la Palabra

Oramos

Señor ¿quién puede entrar en tu santuario?


Canto: Los limpios de corazón - Brotes de Olivo (cover)

jueves, 22 de septiembre de 2011

Cuarto encuentro (Semana Bíblica): Dichosos los que lloran... Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia...


Seguimos meditando las bienaventuranzas, en el marco de la celebración del mes de la Biblia.  Llegamos ya al cuarto encuentro de la 18a Semana Bíblica.  Estamos usando los textos tomados de:  Equipo Nacional de Biblistas, CENECAT (Centro Nacional de Catequesis). 2011. 18a Semana Bíblica: Las Bienaventuranzas (Mateo 5: 1-11). CENECAT, Costa Rica. 58 p.  Éstos se han resumido y adaptado.

Nos escuchamos

¿Por qué razones lloramos? ¿Qué sentimos cuando podemos desahogarnos llorando? Listemos las situaciones en nuestro país y en el mundo que nos pueden hacer llorar.  Pensemos si "merecen nuestras lágrimas".

Jesús lloró como nosotros, pues era un ser humano que sufría el dolor propio o el de los demás.  Escuchamos el pasaje de Lucas 19, 41-44:


Escuchamos la Palabra de Dios

Invocación al Espíritu Santo


Encendemos una vela

Leemos en silencio y lentamente:

"Dichosos os que lloran, porque ellos serán consolados..."

"Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia porque serán saciados (Mt 5,5-6)"

Reflexionamos

¿Qué nos llama la atención de este texto? ¿Cuál es el mensaje central? ¿Estaba Jesús conforme con lo que sucedía en su tiempo en su pueblo, especialmente con los pobres, hambrientos y perseguidos? ¿Qué concepto o imagen sobre Jesús de Nazareth puedo hacer con base en lo estudiado hasta hoy? ¿Qué me quieren decir hoy las bienaventuranzas a mí, a mi comunidad, a mi Iglesia?

Vamos más a fondo

La bienaventuranza de los que lloran, y que serán consolados

¿Qué significa el término "llorar" en Mateo 5,5? Respecto del prójimo, llorar significa considerar como nuestras las lágrimas de los sufrimientos de mis hermanos.  Respecto de uno mismo, llorar indica el sufrimiento que, muchas veces, supone ser fiel a los principios del Evangelio.  El amor verdadero implica el esfuerzo para procurar el crecimiento del prójimo.  La entrega al prójimo y la decisión de ser consecuente con el Evangelio, suelen reprtar el sufrimiento de la cruz.  Ese padecimiento no es inútil, sino que hace posible el Reino de Dios en nuestro entorno.

San Pablo padeció mucho en su decisión por anunciar el Evangelio.  Decía a los cristianos de Colosas: Ahora me alegro de poder sufrir por ustedes, y completo en mi carne, lo que les falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia (Col 1,24).  Amar cuesta pero gratifica; nos implica en la construcción del Reino.

La traducción de la bienaventuranza al lenguaje actual, podría ser: Dichosos quienes son solidarios.  La solidaridad consiste en sentir como propio el padecimiento del prójimo y juzgar como nuestra su propia alegría.  Jesús es el modelo de solidaridad para con la humanidad (ver Jn 1,14; Rom 8,3; 2Cor 5,21; Gal 3,13).  Recordemos, especialmente aquel pasaje donde el Señor se aparece a sus discípulos, mostrándoles las manos y el costado (Jn 20,27).  La solidaridad del Señor con el dolor humano no fue un compromiso teórico; pasó por el sufrimiento y la humillación de la cruz (Flp 2,6-8).  El costado abierto y el orificio de sus manos traspasadas por los clavos testimonian la solidaridad de Jesús con el padecimiento humano y el consuelo que otorgó a quienes sufrían, liberando, sanando, redimiento, evangelizando.  (Lc 4, 16-19; Is 61, 1-3).  No olvidemos que el Dios de Jesucristo, es el Dios del consuelo (ver Is 40).

La bienaventuranza del hambre y sed de justicia

Tener hambre y sed y saciarse, significa vivir vida plena.  El que no tiene hambre ni sed, está gravemente enfermo.  La vida del reino tiene que alimentarse de la justicia del reino.  Ese otro orden posible según el plan de Dios y que tiene en el sermón del de la montaña su código, su constitución fundamental.  Sin ese código este mundo no tiene futuro.  Hay que sembrarlo en las leyes, en las relaciones humanas y en el culto.

Ser justo en tiempos de Jesús era prcticar todas las leyes del Templo.  Algunos fariseos se creían justos sin hacer justicia, pero esta es otra justicia (Mt 5,20).  Es la justicia del proyecto completo del Reino y de la vida que anunica Jesús, lo que Él llama hacer la voluntad de su Padre.  Abarca toda la vida.  Jesús nos manda comer y beber justicia: Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre (Jn 4,34).  Si no lo hacemos, estamos muertos, la vida nueva del Reino está en nosotros.

Jesús coloca la proclama de la justicia dentro de la mejor tradición profética de su pueblo y del rostro de Dios.  Es justicia para los oprimidos (Jr 50, 7; Is 41,2-10), que son los huérfanos, las viudas, los migrantes (Miq 6,6; Sal 103).  Pero no hay justicia sin compasión, sin ternura pra con las víctimas (Os 12,7).  La música de fondo para la defensa de la justicia para los profetas es la ruptura de la alianza, aquel proyecto original y fundante del pueblo elegido de Dios.

Ya este tema de la justicia estaba muy presente en todo el caminar del pueblo de Israel.  Dios es nuestra justicia.  Los profetas del Antiguo Testamento entienden la justicia como un amor social.  Por eso denuncian la ciudad edificada sobre la injusticia (Am 3,9-10), las alianzas de los ricos con los gobernantes (Am 6, 1-7; 8,6), los lujos escandalosos (Is 5, 8-9; Am 8, 4-5).  O lo más fuerte: la crítica al culto falso, encubridor de crímenes (Jr 7,11).  El templo y su culto convertido en refugio de ladrones (Is 1, 11-15).  Una fuerte crítica que hará Jesús con más fuerza cuando realiza la expulsión de los mercaderes del Templo (Mt 21, 12-13).  También, la Iglesia, en su Doctrina Social, que quiere ser una interpretación del Evangelio para la vida del mundo actual, trata de recoger el impulso profético del Sermón del Monte.

Tal vez a esta Doctrina Social de la Iglesia le falta profetismo en la aplicación y en las prácticas de las comunidades cristianas, ya que nos hemos acomodado demasiado a este orden mundial, que es más bien un desorden mundial, una fábrica de hacer pobres y de destrucción inmisericorde de la madre tierra.  Más que nunca, se necesitan las Bienaventuranzas para sembrarlas en las leyes, en el modelo económico y cultural de este mundo injusto.

Reflexión de Benedicto XVI en "Jesús de Nazareth" presentado por el Pbro. Gonzalo Martín, sacerdote de Málaga, España. 


Escuchemos la invitación de la Palabra

Estas dos bienaventuranzas sobre los que lloran y sobre el saciarse de justicia son actuales.  Lloremos por los campesinos sin tierra, por los pueblos indígenas expulsados de sus territorios para ser convertidos en potreros.  Denunciemos la visión mercantilista de la tierra.  Hagamos llanto por la tierra convertida en mercancía.  Llenémonos de la fuerza de seguir a Jesús con el código del reino, con la espiritualidad y la ética nueva.

¿Cómo viven los pobres? ¿Quién impone las leyes? ¿Hemos llorado con los que lloran? ¿Hemos sentido la felicidad de la montaña cuando hemos luchado por la justicia? ¿Está ausente de nuestras prácticas humanas y eclesiales?

Oremos

Paz y Justicia



Canto: El Sermón del Monte - Pbro. Cristóbal Fones S.J.

martes, 20 de septiembre de 2011

Tercer encuentro (Semana Bíblica): Dichosos los mansos y los misericordiosos


En este tercer encuentro de la 18a Semana Bíblica se nos proponen dos bienaventuranzas: "Dichosos los mansos, porque ellos poseerán la tierra" y "Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia".  En este mes dedicado a la Palabra de Dios, queremos acercarnos a ella.  Estamos siguiendo el esquema y textos propuestos del siguiente material (éstos se han resumido y adaptado para esta Semana Bíblica Virtual): Equipo Nacional de Biblistas, CENECAT (Centro Nacional de Catequesis). 2011. 18a Semana Bíblica: Las Bienaventuranzas (Mateo 5: 1-11).  CENECAT, Costa Rica, 58 p.

Nos escuchamos

Vamos a escuchar tres palabras.  Estas palabras nos van a traer alguna imagen o provocarán alguna sensación.  Las podemos ir repitiendo varias veces en silencio y con los ojos cerrados, ¿qué significan, qué generan en nosotros?.  La primera es: MANSEDUMBRE.  La segunda palabra es HUMILDAD.  La tercera es MISERICORDIA.

Escuchamos la Palabra de Dios

Invocación al Espíritu Santo


Encendemos una vela

Leemos lentamente:

Dichosos los mansos, porque ellos poseerán la tierra...

Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia (Mt 5, 4.7)

Vamos más a fondo

La bienaventuranza de los mansos, que poseerán en herencia la tierra

¿Quién es el "manso"? Consideramos que una persona es mansa porque es bonachona, pasiva y no reacciona ante las agresiones.  Y más bien, el manso es una persona impulsiva que ha aprendido en la fe a encausar sus impulsos.  Diríamos que ha aprendido a autocontrolarse.  Según el Salmo 37, 11 (en la traducción al griego en la que se apoya el Evangelio de San Mateo), "mansa" es aquella persona que , contrario a la persona "malvada", no descarga su violencia con palabras y acciones.

Por lo tanto, el manso es una persona que no abusa del poder que pueda tener (Mt 20, 24-28), no impone por la fuerza sus intereses o puntos de vista, sabe encauzar sus emociones, tendencias y deseos (Mt 5, 27-30), sabe enfrentar el conflicto, particularmente si ella es la víctima (Mt 5, 38-42), tiene aceptación de las diferencias de los demás y sabe valorar a los demás.

La mansedumbre posibilita la construcción de la hermandad y la vivencia de la comunión, porque da pie a relaciones interpersonales de aloración y respeto mutuo y solidario.  Jesús es modelo de mansedumbre por excelencia (Mt 11, 29; 21, 5-11).  Y el que asimila su estilo de vida, se hace como Él, una persona libre y liberadora, capaz de "heredar la tierra", ese espacio en el que el proyecto del Reino de Dios se realiz y concreta como comunidad solidaria y de hermandad.  Solo los mansos pueden formar verdadera familia y comunidad.

También podemos traducir y ampliar el término "manso" como "humilde", en consonancia con la primera bienaventuranza ("bienaventurados los pobres").  La humildad aparece como la primera bienaventuranza en algunas traducciones de la Biblia, mientras que otras versiones la consideran segunda. Consideraremos, además, la humildad como la primera bienaventuranza.

A menudo, tenemos una concepción equivocad de la humildad.  Pensamos que ser humildes consiste en vivir la vida considerándonos muy poca cosa y sintiéndonos menos valiosos que los demás.  Es erróneo considerarnos "nada", pues la verdad es que somos hijos de Dios.

La palabra "humildad" procede de la voz latina "humus", "humilis", que significa "tierra".  La persona humilde es la que tiene "los pies en la tierra", la que se esfuerza por verse a sí misma, a los demás y al mundo como verdaderamente son, y no como le gustaría que fueran.  Humilde es quien sabe verse realmente a sí mismo, para discernir en qué debe aceptarse y en qué debe cambiar de estilo de vida.  De allí que la persona humilde es realista en el propio conocimiento propio y de los demás goza de la virtud de la autoestima personal.

La humildad implica la verdadera sabiduría (Prov 11,2); por eso la Escritura invita a buscarla (Sof 2,3; Eclo 3,17-29).  La mejor escuela donde se puede aprender la humildad, es en el compromiso a favor de los pobres.  A lo largo del Evangelio, en especial, el Evangelio de San Lucas, los pobres, los pecadores y los pequeños aceptan y reciben el mensaje del Reino.  La viuda (ver Lc 18, 1-8), modelo de mujer pobre y desamparada, recibe respuesta a su necesidad.  El publicano (ver Lc 18, 9-14), ejemplo palpable de pecador, obtiene el perdón de Dios.  Y los niños (Lc 18, 15-17), que son modelos bíblicos del aquel que es débil e indefenso, son los preferidos del Reino.  Pero el corazón orgulloso es impermeable a la ternura de Dios.  Así lo muestran el fariseo, ejemplo de persona que se "paga" a sí misma (ver Lc 18, 9-14), y el joven rico, a quien el dinero le impidió optar por el Reino de Dios (Lc 18, 18-30).

Por eso, en el fondo de todo esto, "manso" y "humilde" es lo mismo que "pobre", "necesitado", "pequeño", los que aceptan con mansedumbre su situación de pobre, en el sentido que vimos de esta palabra en las bienaventuranzas.  De allí que "heredarán la tierra", expresión sinónima que es "recibir en herencia el Reino de los Cielos", de la primera bienaventuranza.

Una breve meditación de Benedicto XVI en el libro "Jesús de Nazareth" nos la presenta el sacerdote diocesano de Málaga, España, Pbro. Gonzalo Martín.


La bienaventuranza de los misericordiosos, que alcanzarán misericordia

En esta bienaventuranza, la palabra griega usada (eleo) se refiere tanto a la compasión como la misericordia, y designa los actos concretos que nacen motivados por el sentimiento ante el sufrimiento de los demás.  Por tanto, ser misericordioso equivale a "practicar la misericordia" y no solamente sentir compasión.  La "misericordia" se hace concreta y visible.

San Mateo, al hablar de la misericordia, refiere a dos actitudes principales: disposición a perdonar y motivación para ayudar a los demás.  La misericordia es el atributo primordial de Dios en el Antiguo Testamento (Ex 34,6; Os 6,6; Sal 145, 8-9).  en el Nuevo Testamento, Jesucristo proclama constantemente la misericordia: con sus palabras, que explican sencillamente su doctrina; con la actuación de toda su vida, que llega a una culminación que sobrepasa todos nuestros esquemas mentales.  Las parábolas del buen samaritano (Lc 10, 25-37) y la del Juicio Final (Mt 25, 31-46).

Misericordiosos, en griego "eleémones", viene la palabra "limosna", que es compartir aunque sea un poco los propios bienes.  La limosna buscaba superar las separaciones socio económicas entre las personas.

La lección de esta bienaventuranza es que la misericordia de Dios es un ejemplo por seguir.  Si queremos que Dios sea misericordioso con nosotros, tenemos que ser misericordiosos con los demás, hasta con nuestros enemigos.  Puesto que la misericordia no es un simple sentimiento, sino una práctica que apunta a compartir con el necesitado, ser solidario con el débil, a perdonar, a servir con disponibilidad, solidaridad y compromiso eficaz al prójimo.

La misericordia es realista y nos ubica en medio de las personas concretas, con nombres y apellidos, cuyas vidas tocan la nuestra.  La bendición final por haber ejercido toda clase de misericordia, es el glorioso cumplimiento de esta bienaventuranza sobre cada cual (Mt 25, 34-40).

Ahora bien, no debemos confundir la "misericordia" con la "lástima".  La misericordia es una virtud cristiana, mientrs que la lástima puede ser simplemente la manifestación externa de nuestra sensibilidad.  La lástima indica que el padecimiento del prójimo nos afecta o nos "revuelve" las entrañas, pero no provoca la decisión de ayudar de manera eficaz a quien padece.

En cambio, cuando experimentamos la misericordia, se conmueve nuestro corazón ante el padecimiento ajeno, pero, además, adquirimos el compromiso de subsanar el sufrimiento del hermano.  Por eso, la parábola del buen samaritano de Lucas (10, 25-37) es toda una verdadera catequesis sobre la misericordia.  El sacerdote y el levita encuentran al hombre malherido y maltratado, sienten lástima por él, pero no actúan para aliviar su dolor.  El samaritano también siente cómo sus entrañas se conmueven, pero, además, se acercó, le vandó las heridas (...), lo montó en su cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él (Lc 10,34).

El samaritano ejerce la misericordia utilizando los medios de los que dispone.  Cosas sencillas: aceite,y vino para curar las heridas, dos denarios al encargado de la posada para cuidar al herido (un denario equivale al sueldo de un día de trabajo).  El samaritano socorre al herido con los medios que tiene y no con los que desearía tener.  La misericordia no implica siempre acciones heroicas, pero exige poner a disposición del prójimo aquello con lo que podemos ayudarlo.

Escuchamos la invitación de la Palabra

¿Qué novedad descubrimos en estas bienaventuranzas? ¿A qué nos invita Jesús por medio de ellas? ¿En mi vida diaria cómo se traduce?

Oramos

Salmo 135


Canto: Manso y humilde - Dominus



domingo, 18 de septiembre de 2011

Segundo encuentro (Semana Bíblica): Dichosos los que escogen ser pobres,"...



Seguimos acercándonos a la Palabra de Dios en este mes de la Biblia.  Ya meditamos el Sermón del Monte en general y su mensaje.  En el segundo encuentro de la 18a Semana Bíblica, se nos propone la bienaventuranza: "Dichosos los que escogen ser pobres, porque de ellos es el reino de los cielos" y vamos a empezar a "ver" cosas más puntuales.  

Los textos se han resumido y adaptado.  Tomado de: Equipo Nacional de Biblistas, CENECAT (Centro Nacional de Catequesis). 2011. 18a Semana Bíblica: Las Bienaventuranzas (Mateo 5: 1-11).  CENECAT, Costa Rica, 58 p.

Empezamos escuchándonos

¿Cuál es la realidad en la que vivo? ¿Qué tipo de personas encuentro a mi alrededor? ¿Sabemos quiénes cogen café en Costa Rica, quiénes son los que hacen la zafra, quiénes son los peones de las construcciones, o la mayoría de empleadas domésticas?

¿Sabemos cómo viven los indígenas en Talamanca, Guatuso, Turrialba o la Zona Sur? ¿Hay gente pobre y hasta miserable en Costa Rica? ¿Qué los caracteriza, qué pienso de ellos? ¿Sé quiénes viven en las aceras del centro de San José?

Y por otro lado:

¿Conozco instituciones que actúan solidariamente con los pobres, cuáles, qué hacen?
¿Conozco personas que "escogen ser pobres" para darse a los más necesitados, qué hacen, dónde trabajan?
¿Hago algo gratuitamente por los más pobres? ¿Cómo trato a las personas que no tienen recursos que tengo?

Escuchamos la Palabra de Dios

Invocamos al Espíritu Santo con un canto


Encendemos una vela

Leemos muy lentamente:

"Dichosos los que escogen ser pobres, porque de ellos es el Reino de los cielos (Mt 5,3)."

Reflexionamos

Relectura en silencio.

¿Qué significa la palabra "pobre"?
¿Que significa e implica "escoger"?
¿Qué entiendo por "Reino de los Cielos"?

Reflexionamos

¿Qué intención tendría Jesús al proclamar que los pobres son dichosos, justamente cuando en su tiempo eran tantos los que sufrían la opresión del Imperio romano y de otras autoridades?

Veamos las citas del Antiguo Testamento de la que se alimentó Jesús.  Sal 24, 1-6; 72; 146, 15-18.  Is 52, 53; 57,15; 61, 1-16; 66, 2.

Vamos más a fondo

Para entender esta aparente contradicción: "dichosos" los que normalmente la socieadad desprecia y margina, tenemos que ir a otros textos del Antiguo Testamento, que nos dicen que el Dios de Israel es un Dios que se fija en los pobres, en los que sufren, en los que son oprimidos, con el fin de sacarlos y hacerlos felices.  Desde tiempos del Éxodo, nos dice la Escritura, Dios escucha el clamor de los oprimidos, mira, baja y decide sacarlos (Ex 2,24; 3,8).  Luego, durante el destierro en Babilonia, los profetas anunciaron al pueblo de Israel la llegada de tiempos mejores, llamados "el Reino de Dios", y consolaban al pueblo angustiado y oprimido, anunciándoles la "buena noticia".  El profeta anuncia que la llegada de ese reino se reconocerá por algunos signos: los cojos andan, los ciegos ven, los prisioneros encuentran libertad... es decir, los pobres, los considerados en nada, serán dichosos (Is 35, 5-6; Mt 11, 2-4).

El Reino de Dios va a llegar con sus consecuencias favorables para los humillados.  No quiere decir, en ningún momento, que deben agachar la cabeza, conformándose con la situación que les toca vivir, sino que su liberación está ahí.  En la sinagoga de Nazareth (Lc 4,16), leyendo Jesús el pasaje de Is 61, declara: hoy (y habría que subrayar ese hoy) se cumple esta Escritura.  El Reino llegó, está aquí, el Reino es Él mismo; por lo tanto, llegó la liberación anunciada, y con ella, el Reino de los cielos para los pobres y sencillos.  Por eso pueden ser felices.

Es cierto, la palabra "pobre" se encuentra 25 veces en los Evangelios y designa, la mayoría de las veces, a aquellas personas absolutamente pobres, a las que hay que dar limosna para que sobrevivan (las viudas, los menesterosos; recordemos el pasaje de Zaqueo, Lc 19; el del joven rico, Mc 10; el rico epulón y el pobre Lázaro, Lc 16, 19-31).  A ellos, paradójicamente, se les anuncia que ya son dichosos.  Sin embargo, sabemos que la Salvación, el Reino de los Cielos, no está ligada a una condición económica o sociológica.  entre los oyentes y seguidores de Jesús, se encuentran, mayoritariamente, los pobres y menesterosos, pero también otras personas con ciertos recursos que las hacen solventes en sus necesidades diarias.

Nos preguntamos entonces: ¿a cuáles pobres exactamente se refiere Jesús? Para entenderlo, hay que fijarse bien en la redacción de Mateo y en las traducciones: Dichosos los que eligen ser pobres... Dichos los pobres en espíritu.  Se trata de la pobreza en el sentido de la indigencia, pero también, y sobre todo, en el sentido de un llamado a una forma de vida.  Y Jesús es el modelo de esa forma de vida.  Los Padres de la Iglesia se planteaban la disyuntiva: los pobres materialmente o los humildes, los que eran capaces de desprenderse de los bienes materiales por seguir la causa del Reino.

En hebreo, la palabra "anawin" significa "encorvado", o que "ha sido encorvado".  En otros textos no bíblicos se han encontrado las expresiones "pobres de espíritu" y también "espíritu de pobre".  Se aclaran las interpretaciones de los Santos Padres.  Los pobres en espíritu, los que eligen ser pobres, son los "encorvados" interiormente, que no se creen los mejores, que no se apegan a bienes que les puedan dar importancia, o servir para humillar u oprimir a los demás.  De esos es el Reino de los Cielos (ver Is 57,15 y 66,2).  Pobres son aquellos que viven en actitud humilde ante Dios, en quien ponen su entera confianza, en actitud religiosa de desprendimiento y dependencia del Señor.  Jesús dijo acerca de sí mismo: el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.  Él mantuvo toda su vida una actitud de pobre.  San Pablo nos dice, en Filip 2,7, que Jesús no retuvo ávidamente su gloria, sino que se abajó, haciéndose uno de nosotros.

Queda claro que esta primera, como todas las demás bienaventuranzas, nos plantea un programa de vida, una exigencia de vida, para lograr una promesa de felicidad; es decir, de salvación, sabiendo que ya Jesús pasó por ahí en su entrega hasta su pasión para ser glorificado.  La realización de la promesa ante la actitud de pobre en el espíritu, no es para el futuro, es para el presente, pues el verbo está en presente: Porque de ellos es...

Un acercamiento a este tema de los pobres de espíritu meditado por Benedicto XVI en el libro "Jesús de Nazareth" nos lo presenta el sacerdote diocesano de Málaga, España, Pbro. Gonzalo Martín.  



Escuchamos la invitación de la Palabra

Toda la Iglesia está llamada (y nosotros en ella) a vivir esta actitud de "pobre de espíritu".  Debemos compreder más y más que el verdadero discípulo misionero está llamado también a ser humilde, sencillo, pobre, nunca trinfalista, capaz de abajarse ante los demás, para convertirse como Jesús en servidor.

Oramos

Salmo 146



Canto: Jesús Pobre - Proyecto Shekinah

jueves, 15 de septiembre de 2011

Primer encuentro (Semana Bíblica): El Sermón del Monte



El primer encuentro que nos propone la Semana Bíblica en este mes de la Biblia, es tener un encuentro con Jesús en el Sermón del Monte.  El Sermón del Monte es la propuesta que hace Jesús a sus seguidores.  Es el camino, es como vive él mismo.  Lo enseñó en ese momento y nos lo propone hoy, a nosotros.  

Vamos a intentar experimentar ese encuentro para hacerlo vida y que la luz que se nos fue dada, penetre en nuestra alma para nuestro crecimiento.  Los textos se han resumido y adaptado.  Tomado de: Equipo Nacional de Biblistas, CENECAT (Centro Nacional de Catequesis). 2011. 18a Semana Bíblica: Las Bienaventuranzas (Mateo 5, 1-11).  CENECAT, Costa Rica. 58 p.

Empezamos escuchándonos

¿A quién y por qué considero yo alguien que sea feliz? ¿En qué circunstancias? ¿Quiénes son los felices en este mundo, cuáles son las felicidades u ofertas de felicidad que se nos ofrecen a diario?

Anotar:
Anotar quiénes son dichosos o felices en el mundo de hoy (lo que hoy consideramos es ser feliz)
Proponer cuatro valores donde sentimos que podemos encontrar la verdadera felicidad

Escuchamos la Palabra de Dios

Invocación al Espíritu Santo


Encender una vela  azcandle2.gif (402 bytes)

Leer Mateo 5, 1-12


Releemos.  Reflexionamos y en silencio lo repasamos despacio en nuestra propia Biblia, consultando las notas del texto al pie de página

Reflexionamos 

Comparamos la lista que hicimos de los que son dichosos o felices, de Jesús, los bienaventurados del Reino.

¿Se parecen en algo o se diferencian? ¿Cuántas veces aparece la palabra dichoso en el texto? ¿Notaron que Jesús llama dichosas o felices a las personas, pero no a las situaciones?

La palabra dicho aparece nueve veces en el texto bíblico, con un deseo final de Jesús de "estar alegres" (v. 12).   El término: "felices, dichosos", era muy común en el Antiguo Testamento, el llamado "macarismo", que viene del griego "mákaros" y significa "feliz", "dichoso" (ver Sal 1,1; 32,1-2; Prov 8,32.34; Is 56,2).  Los macarismos eran formas de felicitación, que se pronunciaban a propósito de ciertas actitudes de piedad, sabiduría o prosperidad de los creyentes de la Biblia.  Y más que unas fórmulas estereotipadas, en boca de Jesús son "gritos" o "exclamaciones" que denotan la alegría de aquellos que viven al estilo del Señor, y porque el Reino de Dios es una buena noticia para todos ellos (ver Lc 6,20; 11, 27-28).  En realidad, las nueve bienaventuranzas son un "retrato" de Jesús.

Vamos más a fondo

Las bienaventuranzas en los Evangelios aparecen en dos versiones: la de Mateo (5, 1-12), que es la que estamos meditando, y la de Lucas (6, 20-23).  En Mateo son nueve y en Lucas son cuatro.  Las de Lucas se refieren a situaciones concretas, pero las de Mateo son más bien actitudes de aquél o aquella que vive como Jesús.  Lucas acentúa el carácter social, que refleja su interés por los pobres, mientras que Mateo acentúa la dimensión exhortativa, presentando las bienaventuranzas como pistas para lograr la verdadera felicidad (ver Mt 11,6; 13, 16; 24, 46).

En el caso de las bienaventuranzas de Mateo que nos ocupaban, las ubicamos dentro del llamado "Sermón del Monte", porque Jesús se presenta como un nuevo Moisés, enseñando como Maestro desde la montaña, lugar de encuentro con Dios (Mt 5,1), como en otro tiempo el gran legislador de Israel bajó del monte Sinaí con el Decálogo (Ex 19-20; 32, 15).  Ahora Jesús "baja" del nuevo monte con la Nueva Ley y con nueve bienaventuranzas, en especial, con todo un sermón que lo encontramos en Mateo capítulos 5-7, y cuyo tema central es cómo vivir las actitudes básicas del Reino de Dios, superando las meras actitudes legalistas (ver Mt 5,3-16.17-48); es decir, la verdadera justicia.  Podemos organizar este sermón de Jesús, así:
  • Una introducción (Mt 5, 1-2)
  • Las bienaventuranzas propiamente dichas (Mt 5, 3-12)
  • Apéndice: los discípulos deben ser sal de la tierra y luz del mundo (Mt 5, 13-16)
  • El tema central del sermón: la nueva justicia, superior a la antigua (Mt 5, 17-48)
  • La nueva práctica cristiana (Mt 6, 1-18)
  • Consejos y comparaciones (Mt 6, 19-7,23)
  • Conclusión del Sermón del Monte: la casa sobre la roca.  Quien practica la nueva justicia, permanece firme en el Señor para siempre (Mt 7, 24-27)

El Sermón del Monte, en el que son presentadas las bienaventuranzas, es la Carta Magna del nuevo Pueblo de Dios.  Y lo podemos leer a la luz de Éx 19-20, para apreciar las diferencias y las semejanzas.  De forma que las bienaventuranzas son el nuevo programa del Reino de Dios comenzado por Jesús, y proclaman una felicidad "paradójica": son felices los pobres, los mansos, los tristes, los perseguidos...

Las bienaventuranzas establecen un nuevo orden de cosas, de valores y de ideas, que no coinciden con los valores y felicidades que el mundo y que nosotros pensamos que a veces nos hacen vivir o hacer felices (ver la lista elaborada en el grupo).  Además, las bienaventuranzas tienen un matiz liberador, pues quieren derrumbar las estructuras de una sociedad basada en la injusticia, el egoísmo y la corrupción, para establecer una nueva sociedad, fraterna, solidaria y justa (ver Lc 1, 52-53).  En este sentido, las bienaventuranzas son escatológicas; es decir, dan sentido a la vida futura que es vida nueva, una nueva creación.  En síntesis, el Reino de Dios en plenitud, que es posible construirlo desde acá y desde ya en este mundo.

El Catecismo nos enseña que las bienaventuranzas: "dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad; expresan la vocación de los fieles asociados a la gloria de su Pasión y de su Resurrección; iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas paradójicas que sostienen la esperanza en las tribulaciones; anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de la Virgen María y de todos los santos... (CIC 1717).".


El sacerdote diocesano de Málaga, España, Pbro. Gonzalo Martín, nos va a acompañar en esta meditación presentando el tema del Sermón del Monte meditado por el Papa Benedicto XVI en el libro "Jesús de Nazareth".  


Escuchamos la invitación de la Palabra

Repasar lista de dichosos de Jesús.  ¿En qué medida nos identificamos con ellos? ¿A qué nos invitan ellos? ¿Cuál buena noticia quieren comunicarnos? ¿Cómo cuestiona Jesús nuestros deseos sinceros de felicidad cuando dice que todos ellos son felices?

Oramos

Salmo 145



Canto: Como sal y luz - Ixcis

jueves, 8 de septiembre de 2011

La Natividad de la Santísima Virgen María



Madre, hoy te queremos decir más que nunca: te quiero.  Aquí queremos compartir una meditación del padre Gabriel de Santa María Magdalena OCD, para que nos ayude a meditar en esta fecha.  

"Oh María, tu natividad fue para el mundo entero esperanza y aurora de salvación" (Después de la comunión).

1.  "Celebremos con alegría el nacimiento de María, la Virgen: de ella salió el sol de justicia, Cristo, nuestro Señor" (Entrada).  La natividad de María es el preludio de la Natividad de Jesús, porque con la aparición de ella comienza a realizarse el plan de Dios para la encarnación de su Hijo divino.  En la Virgen de Nazaret el Altísimo prepara a la que será su Madre.  La Madre preanunciada al Hijo, dice que el Hijo está para llegar, que las promesas antiguas acerca de la salvación de la humanidad están para convertirse en historia.  La grandeza de María está toda aquí: es la criatura elegida por Dios para madre de su Unigénito.  Miqueas la vaticinó como "la que ha de dar a luz" (5,2), desigando el tiempo de su parto como el comienzo de una era nueva, cuando de "Belén de Efrata... saldrá el jefe de Israel" (ib 1).  Pues en Belén, al nacer Jesús de la Virgen María, comenzará la era de la salvación mesiánica.

La natividad de María, es, pues, la aurora de la redención; su aparecer proyecta una luz nueva sobre toda la humanidad: luz de inocencia, de pureza, de gracia precursora de la gran luz que inundará la tierra cuando aparezca Jesús "luz del mundo".  La Virgen preservada del pacdo y llena de gracia en previsión de los méritos de Cristo, no sólo anuncia la redención cercana, sino que lleva en sí sus primicias, como la primera redimida por su Hijo divino.  Su concepción inmaculada es la primera flor, brotada anticipadamente, del misterio pascual, flor que alegra al mundo y atrae las complacencias del Altísimo.

Después del nacimiento de Jesús, ningún otro nacimiento ha sido tan importante a los ojos de Dios y tan precioso para el bien de la humanidad como el de María.  Con todo, este nacimiento quedó en la oscuridad: nadie lo registró, nada dicen de él las Sagradas Escrituras.  Los orígenes de María se pierden en el silencio, como en el silencio se perdió toda su vida.  La natividad de María es un suceso grandioso envuelto en profunda humildad.  Cuanto más quiere elhombre crecer a los ojos de Dios, tanto más pequeño y humilde debe hacerse, escondiéndose a sus ojos y a los de los demás.

2. La primera vez que María aparece en el Evangelio de Mateo es al final de la genealogía de Jesús: "Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo" (1, 16).  En el de Lucas aparece por primera vez en el relato de la anunciación del Señor.  En los de Marcos y Juan sólo más tarde, durante el ministerio de su Hijo.  En todo caso María entra en el Evangelio sólo con referencia a Jesús, en su cualidad de Madre del Salvador, y aunque su presencia se entrevea en muchas páginas, sore todo de Lucas, es tan discreta y velada de humildad que desaparece en la de su Hijo.  La vida de María se confunde y pierde en la de Jesús, pues vivió verdaderamente escondida con Cristo en Dios.  Vivió en la sombra no sólo los años de la infancia, sino también en los días de su maternidad divina, en los momentos de triunfo de su Hijo y hasta cuando una mujer entusiasmada por la predicación de Jesús, alzó la voz en medio de la multitud, gritando: "¡Dichoso el vientre que te llevó!" (Lc 11, 27).

La fiesta mariana celebrada hoy por la Liturgia es, pues, una invitacióin a la vida escondida con María en Cristo y con Cristo.  ¡Dichosos los que Dios mismo, a través de las circunstancias, conduce por un camino de humildad y de sencillez, sin nada de lo que brilla a los ojos de los hombres"  Estos tales no tienen más que adherirse al plan divino para entrar en el grupo de los pobres de espíritu a los que se les ha prometido el reino de los cielos.  Pero también a quienes el deber  compromete en responsabilidades especiales y sus oficios en la sociedad o en la Iglesia los pones en el candelero, están llamados a imitar la actitud de María.  Hay que aprender de ella a obrar de modo que se sirva a los hermanos sin ruido, sin hacer valer la propia persona ni arrogarse privivlegios, buscando más bien eclipsarse, sobre todo cuando la propia actividad no es ya necesaria.  El que aspira a copiar el modelo de María, ha de ansiar esconderse a la sombra de Dios, convencido de que, si se le concede hacer un poquito de bien ello es don divino y ha de ordenarse al provecho común y a la gloria del Altísimo.

¡Qué noble, grande y glorioso fue tu nacimiento, oh bienaventurada María!... ¡Qué cúmulo de gracias derrama ese día sobre tu cabeza Dios Padre!... Veo el Verbo eterno acudir él mismo a consagrar su tabernáculo y enriquecerlo de tesoros celestiales con una generosidad sin límites, porque quiere, ¡oh venturosa niña, aurora de nuestra redención!, quiere que nazcas digna de él y sientas el don inmenso de tener un Hijo que, al mismo tiempo que hijo es autor de tu nacimiento.  ¿Qué mente no se siente perdida a la visión de prodigios semejantes? ¿Qué, no digo palabra, pero ni siquiera pensamiento podrá elevarse tanto que iguales el honor y la majestad de la Madre de Dios?...
Así, pues, la noche ha pasado y se acerca el día, ese día venturoso y glorioso, tantos siglos prometido a la pobre naturaleza humana!...  Ya comienz a brillar el día de Jesús y nosotros gustamos ya su luz benéfica; ya centellea su luz sobre ti, oh María, cuando naces, pues naces exenta de pecado y llena de gracia.  Tú eres manantial abundante de caridad para los pecadores, es decir, para todos los hombres, porque todos somos pecadores (J.B. BOSSEUET, Nacimiento de la Virgen, 2, 1, 3, exord.).
Oh María, tú eres la criatura que conoció el don de Dios y no desperdició nada de él, tan pura, tan luminosa que parecías la luz misma.  "Speculum justitiae": tu vida fue tan sencilla, tan absorta en Dios, que apenas puede decirse algo de.  "Virgo fidelis": eres la Virgen fiel, "la que guardaba todas aquellas cosas en tu corazón".  Te sentías tan pequeña y permanecías tan recogida delante de Dios, en el santuario de tu alma, que atrajiste las complacencias de la Santísima Trinidad.  "Porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso me llamarán feliz todas las generaciones".
El Padre, al contemplarte tan bella, tan ignorante de su hermosura, determinó que fueras en el tiempo la Madre de Aquél de quien él es el Padre en la eternidad.  Vino entoces sobre ti el Espíritu de amor que preside todas las operaciones divinas: y tú, oh Virgen, pronunciaste tu Fiat: "Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra".  Y se realizó el maor de los misterios.  Por la encarnación del Verbo, fuiste para siempre posesión de Dios (ISABEL DE LA TRINIDAD. 1 Retiro, 10, 1).  
Tomado de: P. Gabriel de Sta. María Magdalena.1998. Intimidad divina: meditaciones sobre la vida interior para todos los días del año. 9 ed. Editorial Monte Carmelo, Burgos. 1688 p.





¡Tus hijos te saludamos Madre!

martes, 6 de septiembre de 2011

Tu Palabra me da vida



En el ambón de nuestra hermosa basílica parroquial se lee grabada la frase que le da título a esta entrada.  Este mes de setiembre nos remite al nuevo "mes de la Patria", que ahora pretende extender la celebración del 15 de setiembre (celebración de la independencia), a una fiesta que dure un mes entero.  Bien aprovechado, servirá para aumentar y revivir el espíritu cívico.  

Pero además de esta iniciativa cívica, para nosotros cristianos católicos pasa mucho más..., y es que en setiembre es el mes donde se nos propone el mes de la Biblia, con la intención de que durante este mes en todas las comunidades cristianas del país, se desarrollen actividades para acercarnos a profundizar y vivir la Palabra de Dios.

De acuerdo con el CENECAT (Centro Nacional de Catequesis), surgió como una forma de llevar la Sagrada Escritura a las manos del pueblo de Dios.  Se celebra en setiembre pues fue una forma de buscar canales de diálogo y oración ecuménica por parte de los católicos, porque el 30 de setiembre es el día de San Jerónimo, doctor de la Iglesia, quien dedicó su vida al estudio y la traducción de la Biblia al latín (la Vulgata).

En Costa Rica se celebra desde 1993 y se vive especialmente a través de la Semana Bíblica, que se celebra en cada parroquia.  Este año es la XVIII Semana Bíblica (abajo dejamos el afiche).

¿Y cómo hago que la Palabra de Dios me de vida?

Se nos señalan varias maneras de promover y celebrar este encuentro con Jesús a partir de su Palabra.  ¿Qué tal si los ponemos en práctica?
  • Lectura diaria de los textos bíblicos litúrgicos (textos de la misa de cada día), para esto es útil contar con un calendario litúrgico.  
  • Orar con los Salmos 
  • La lectura orante de la Palabra de Dios en comunidad (lectio divina) 
  • Lectura de la Sagrada Escritura en familia
  • Lectura de la Sagrada Escritura en pequeñas comunidades de familias
  • La lectura de la Biblia en diálogo ecuménico
  • Lectura continuada de la Palabra de Dios (se lee públicamente en forma ininterrumpida la Palabra de Dios)
  • La 18ª Semana Bíblica de Costa Rica relacionado con el tema de las Bienaventuranzas. El folleto puede adquirirse en cada parroquia o a través de CERJUC (Centro de Estudios Bíblicos y de Relaciones Judeo - Cristianas)
  • Entronizar solemnemente la Biblia en la Parroquia o en las casas
  • Celebrar una Eucaristía solemne para abrir o cerrar el mes de la Biblia
  • Promover el conocimiento y la lectura de la Sagrada Escritura en la catequesis
  • Visitar a las familias de la comunidad y leer con ellas la Sagrada Escritura y explicarla
  • Hacer una colecta de Biblias y donarlas
  • Organizar concursos
  • Decorar nuestros templos o nuestras casas con frases bíblicas, imágenes bíblicas
  • Preocupación por los hermanos discapacitados para que también ellos puedan tener un contacto vivo con la Palabra de Dios
  • Llevar la Palabra de Dios a los que sufren



Afiche Semana Bíblica 18: Las Bienaventuranzas

Las bienaventuranzas

Aquí una hermosa musicalización de la palabra de Dios: