¡Jesús manso y humilde de corazón, haced mi corazón semejante al tuyo!
Rezamos muchas veces pidiendo con esta sencilla jaculatoria. Sin embargo, es importante profundizar. Este año, en el Apostolado de la Oración de la Arquidiócesis, estamos meditando una cita bíblica, una obra de misericordia y un fruto del Espíritu Santo.
Sin embargo, ¿no les ha pasado que de repente uno no conoce o no comprende bien qué significan? pues para poder orar conscientes de lo que pedimos y así, no dejar pasar las ocasiones que la Divina Providencia nos presenta para alcanzar estos frutos del Espíritu, es que queremos meditar sobre los frutos del Espíritu Santo. Específicamente, ¿qué son? ¿cómo reconocerlos? ¿cómo obtenerlos?
Los Frutos del Espíritu Santo
El CIC nos enseña en el numeral 1832 que:
Los frutos del Espíritu son perfecciones que forman en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: "caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad" (Ga 5,22-23, vg.).
Cuando el Espíritu opera libremente en el alma, vence la debilidad de la carne y da fruto. Al principio nos cuesta mucho ejercer las virtudes. Pero si perseveramos dóciles al Espíritu Santo, Su acción en nosotros hará cada vez mas fácil ejercerlas, hasta que se llegan a ejercer con gusto. Las virtudes serán entonces inspiradas por el Espíritu Santo y se llaman frutos del Espíritu Santo.
¡¡¡Debemos entonces iniciar cuanto antes el camino de ejercitar las virtudes!!!
Empezamos con la mansedumbre, una virtud hecha fruto en el Corazón de Jesús.
De la mansedumbre y la inocencia*
Fray Luis de Granada
Antes del sol sale la luz de la mañana, y antes de la humildad precede la mansedumbre, como nos lo declaró la misma luz (que es el Señor) cuando dijo (Mt 11): Aprehended de mí, que soy manso y humilde de corazón. Justo es pues y conforme a la orden natural gozar de la luz antes del sol, para que más claramente podamos ver el mismo sol; pues a él nadie puede ver, si no ve primero esta luz, como se colige de lo dicho.
Mansedumbre es conservarse el ánima en un mismo estado sin alguna perturbación, así en las honras como en las deshonras. Mansedumbre es en las perturbaciones y aflicciones del prójimo hacer oración por él con suma compasión. Mansedumbre es una roca alta que está sobre el mar de la ira, en la cual se deshacen todas sus ondas furiosas, sin caer y sin inclinarse mas a una parte que a otra. Mansedumbre es firmeza de la paciencia, puerta de la caridad, ministra del perdón, confianza en la oración, argumento de discreción; porque el Señor como dice el profeta (Sal 24), enseñará a los mansos sus caminos; y es también aposento del Espíritu Santo, según aquello que está escrito (Is 66): ¿Sobre quién reposará mi espíritu, sino sobre el humilde y manso, y que tiemble de mis palabras? Mansedumbre es ayudadora de la obediencia, guía de los hermanos, freno de los furiosos, vínculo de los airados, ministra de gozo, imitación de Cristo, condición de ángeles, prisión de demonios, y escudo contra las amarguras del corazón.
El Señor reposa en los corazones de los mansos; mas el ánima del furioso es aposento del enemigo. Los mansos heredan la tierra, o por mejor decir, serán señores de ella; mas los hombres locos y furiosos serán destituidos y desechados de ella. El ánima mansa es silla de la simplicidad; mas el ánima airada es casa y aposento de malicias.
El ánima del manso recibirá las palabras de la sabiduría; porque el Señor enderezará en el juicio a los mansos, o por mejor decir en la virtud de la discreción. La causa de esto es, porque la tal ánima por medio de su quietud y tranquilidad está muy dispuesta y aparejada para ser enderezada y alumbrada por el Espíritu Santo.
El ánima recta es filial compañera y esposa de la humildad; mas la mala es hija moza y loca de la soberbia. Las ánimas de los mansos serán llenas de sabiduría; mas en el ánima de los airados moran las tinieblas y la ignorancia. El airado y el disimulado se encontraron, y no se halló palabra recta entre ellos. Si abrieres el corazón del primero, hallarás locura; y si el del segundo, hallarás maldad.
La simplicidad es un hábito y disposición del ánima, que carece de variedad, y no sabe qué es perversa intención, ni es movida con algún mal pensamiento. Malicia es astucia, o por mejor decir, maldad de demonios, ajena de verdad; la cual siempre piensa de sí que no es entendida de los otros. Y dije que es maldad de demonios, porque pecar con malicia, es pecar, no por flaqueza, ni por ignorancia, como suelen pecar comúnmente los hombres; sino por elección y voluntad deliberada, como pecan los demonios, que toda su astucia emplean en buscar cómo hacer mas mal. Hipocresía es estado contrario, a la disposición del cuerpo y del ánima, lleno de sospechas y malas invenciones; porque el hipócrita en todo se contrahace, queriendo parecer otro de lo que es, sospechando de los otros que son tales como él.
Inocencia es disposicion y estado del ánima alegre y segura, y libre de toda sospecha y astucia; porque el verdadero inocente, asi como no hace mal á nadie, asi no lo sospecha de nadie. Rectitud es intención del ánimo, ajena de curiosidad, afecto entero y sin corrupción, palabra sencilla y sin ningún fingimiento ni artificio, y una limpísima naturaleza de ánimo, que apartado de toda malicia trabaja por conservarse en aquella primera pureza en que fue criado, comunicándose a todos, y mostrándose afable y caritativo a todos.
Malicia ó malignidad es perversión de la verdadera rectitud, intención engañada, dispensación infiel y no conforme a justicia, juramento artificioso con palabras falsificadas, profundidad de pensamientos sutilísimos, y perversísimos abismos de engaños, mentira acostumbrada y convertida en hábito, soberbia hecha ya como natural, contradicción de la humildad, fingimiento de la penitencia, alejamiento del llanto, odio de la confesión, defensión del propio juicio y voluntad, causadora de caídas, y estorbadora del levantamiento de ellas, sufrimiento de injurias, artificio disimulado, gravedad loca, religión fingida, y vida endiablada.
El malo es semejante al demonio en el hecho y en el nombre, porque así lo llamó el Señor en la oración que él instituyó, cuando dijo (Mt 6): Líbranos del malo. Huyamos pues del despeñadero del fingimiento, y del lago de la malicia y astucia, oyendo la sentencia de aquel que dijo (Prov 2): Los que maliciosamente viven, serán destruídos ; y así como la verdura de las yerbas, desfallecerán presto, porque estos son pasto de los demonios. Así como Dios es caridad, así tambien es rectitud e igualdad; y por esto dijo el Sabio en los Cantares hablando con él (Cant 1): Los rectos son los que te aman. Y el padre de este mismo sabio dijo en un salmo (Sal 24): Bueno es, dulce y recto el Señor: y así dice que salva a los que participan este mismo nombre, diciendo que hace salvos a los rectos de corazón (Sal 7). Y en otro lugar (Sal 10): Justo es, dice el Señor, y amador de justicias, y sus ojos tiene puestos en la rectitud e igualdad.
El Señor reposa en los corazones de los mansos; mas el ánima del furioso es aposento del enemigo. Los mansos heredan la tierra, o por mejor decir, serán señores de ella; mas los hombres locos y furiosos serán destituidos y desechados de ella. El ánima mansa es silla de la simplicidad; mas el ánima airada es casa y aposento de malicias.
El ánima del manso recibirá las palabras de la sabiduría; porque el Señor enderezará en el juicio a los mansos, o por mejor decir en la virtud de la discreción. La causa de esto es, porque la tal ánima por medio de su quietud y tranquilidad está muy dispuesta y aparejada para ser enderezada y alumbrada por el Espíritu Santo.
El ánima recta es filial compañera y esposa de la humildad; mas la mala es hija moza y loca de la soberbia. Las ánimas de los mansos serán llenas de sabiduría; mas en el ánima de los airados moran las tinieblas y la ignorancia. El airado y el disimulado se encontraron, y no se halló palabra recta entre ellos. Si abrieres el corazón del primero, hallarás locura; y si el del segundo, hallarás maldad.
La simplicidad es un hábito y disposición del ánima, que carece de variedad, y no sabe qué es perversa intención, ni es movida con algún mal pensamiento. Malicia es astucia, o por mejor decir, maldad de demonios, ajena de verdad; la cual siempre piensa de sí que no es entendida de los otros. Y dije que es maldad de demonios, porque pecar con malicia, es pecar, no por flaqueza, ni por ignorancia, como suelen pecar comúnmente los hombres; sino por elección y voluntad deliberada, como pecan los demonios, que toda su astucia emplean en buscar cómo hacer mas mal. Hipocresía es estado contrario, a la disposición del cuerpo y del ánima, lleno de sospechas y malas invenciones; porque el hipócrita en todo se contrahace, queriendo parecer otro de lo que es, sospechando de los otros que son tales como él.
Inocencia es disposicion y estado del ánima alegre y segura, y libre de toda sospecha y astucia; porque el verdadero inocente, asi como no hace mal á nadie, asi no lo sospecha de nadie. Rectitud es intención del ánimo, ajena de curiosidad, afecto entero y sin corrupción, palabra sencilla y sin ningún fingimiento ni artificio, y una limpísima naturaleza de ánimo, que apartado de toda malicia trabaja por conservarse en aquella primera pureza en que fue criado, comunicándose a todos, y mostrándose afable y caritativo a todos.
Malicia ó malignidad es perversión de la verdadera rectitud, intención engañada, dispensación infiel y no conforme a justicia, juramento artificioso con palabras falsificadas, profundidad de pensamientos sutilísimos, y perversísimos abismos de engaños, mentira acostumbrada y convertida en hábito, soberbia hecha ya como natural, contradicción de la humildad, fingimiento de la penitencia, alejamiento del llanto, odio de la confesión, defensión del propio juicio y voluntad, causadora de caídas, y estorbadora del levantamiento de ellas, sufrimiento de injurias, artificio disimulado, gravedad loca, religión fingida, y vida endiablada.
El malo es semejante al demonio en el hecho y en el nombre, porque así lo llamó el Señor en la oración que él instituyó, cuando dijo (Mt 6): Líbranos del malo. Huyamos pues del despeñadero del fingimiento, y del lago de la malicia y astucia, oyendo la sentencia de aquel que dijo (Prov 2): Los que maliciosamente viven, serán destruídos ; y así como la verdura de las yerbas, desfallecerán presto, porque estos son pasto de los demonios. Así como Dios es caridad, así tambien es rectitud e igualdad; y por esto dijo el Sabio en los Cantares hablando con él (Cant 1): Los rectos son los que te aman. Y el padre de este mismo sabio dijo en un salmo (Sal 24): Bueno es, dulce y recto el Señor: y así dice que salva a los que participan este mismo nombre, diciendo que hace salvos a los rectos de corazón (Sal 7). Y en otro lugar (Sal 10): Justo es, dice el Señor, y amador de justicias, y sus ojos tiene puestos en la rectitud e igualdad.
La primera propiedad de los niños cuando comienzan a crecer, es simplicidad, libre de toda variedad, la cual mientras tuvo aquel primer Adán no vio la desnudez de su ánima, ni la torpeza de su carne. Buena es y bienaventurada aquella simplicidad natural con que algunos nacen; pero mucho mas bienaventurada y excelente es aquella que desterrada toda malicia, con trabajos y sudores se alcanzó; porque aquella primera es la que está guardada y apartada de todas las perturbaciones, y da toda multiplicidad y variedad de negocios: mas esta es engendradora y sustentadora de una altísima humildad y mansedumbre. Y a aquella primera no se debe muy grande galardón: mas a esta segunda débese premio incomparable.
Todos los que deseamos alcanzar el espíritu del Señor, lleguemos a él como discípulos a maestro para aprender de él, y esto con grandísima simplicidad, y sin ningún fingimiento, ni variedad, ni malicia, ni curiosidad. Porque como él sea purísimo y simplicísimo, así quiere que sean simples e inocentes los que vienen a él; y nunca jamás verás la simplicidad apartada de la humildad.
El malicioso es adivino mentiroso, el cual piensa que por las palabras entiende los pensamientos, y por el hábito, figura y movimientos del cuerpo imagina que penetra todos los intentos y secretos del corazón. Vi algunos hombres rectos haber aprendido a ser maliciosos, de la compañía y ejemplo de los malos; maravilleme de ver cómo pudieron estos perder tan presto la condición natural con que nacieron, y allende desto el privilegio de la gracia.
Aquí es de notar que los rectos fácilmente pueden caer; mas los perversos dificultosamente pueden mudarse y alcanzar la verdadera rectitud. Verdad es que la peregrinación, y la sujeción, y la guarda de la boca pudieron muchas veces maravillosamente mudar y curar muchas cosas que parecieron incurables. Si la ciencia ensoberbece a muchos, mira si por ventura se sigue de aquí que la simplicidad y ignorancia podrá humillar a otros.
Y si quieres un verdadero documento, y un cierto dechado y fin de esta santa simplicidad, pon los ojos en aquel bienaventurado Paulo el Simple, discípulo de Sant Antonio; porque tan grande y tan apresurado aprovechamiento entre los monjes como fue este, ninguno lo vio, ni lo oyo, ni por ventura lo verá.
El monje simple es un jumento racional obediente, él que lleva su carga perfectamente hasta ponerla en manos del que le guía. No contradice el animal al que lo ata, ni el ánima recta al que la manda: sigue al que la trae como él quiere, y hasta que la maten no sabe contradecir. Dificultosamente entran los ricos en el reino de los cielos (Mt 19); mas los locos, sabios en esta virtud de la simplicidad, entran fácilmente. Las caídas hacen muchas veces templados a los malos, cuando son hombres avisados, dándoles salud e inocencia casi contra su voluntad. Trabaja con todas tus fuerzas por engañar aveces tu prudencia y sabiduría, desestimándola y sujectándola al parescer de los otros; y haciendo esto hallareis salud y rectitud en Jesucristo nuestro Salvador.
de Granada, L. 1852. Escala Espiritual de Sant Juan Clímaco. En: Biblioteca de Autores Españoles, desde la formación del lenguaje hasta nuestros días: obras del v.p.m. Fray Luis de Granada. 2da edición. Imprenta y estereotipia de M. Rivadeneyra. p.344-345.
*Se corrigió únicamente la ortografía para entender mejor el texto.
Citas sobre la mansedumbre
Cristo Jesús... Enséñame a padecer con esa alegría humilde y sin gritos de los santos... Enséñame a ser manso con los que no me quieren o me desprecian. (Rafael Arnáiz)
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La humildad gana el corazón de Dios. La mansedumbre el de los hombres. (Anónimo)
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