viernes, 15 de junio de 2012

Paraliturgia al Sagrado Corazón: La oración -15-



Día 15. La oración

Canto inicial



Lectura evangélica

"Y cuando recéis, no seáis como los hipócritas, que gustan de rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para mostrarse a los hombres: os doy mi palabra de que ya tienen su recompensa.  Tú, en cambio, cuando reces, entra en tu cuarto, y, cerrando la puerta, reza a tu Padre que está en lo escondido.  Y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo concederá.  Cuando recéis, no charléis mucho, como los paganos, que se imaginan que serán atendidos a fuerza de mucho hablar.  No os parezcáis a ellos, pues vuestro Padre ya sabe qué os hace falta antes de que se lo pidáis" (Mt 6, 5-8).

Homilía

La unión con Cristo más continua, más fácil, más necesaria, la hemos de realizar por nuestro trato personal con El, es decir, por la oración.  Esta no es otra cosa sino levantar el corazón a Dios.  

No sólo para pedir mercedes; sino para contarle lo que nos pasa y lo que nos cuesta, lo bueno y lo malo, y también para agradecerle lo que tenemos y pedirle lo que necesitamos.

"Vigilad y orad para no caer en tentación" (Mt 26,41).  Si estamos con Cristo, no estará desocupada nuestra casa y no podrá volver a ella el espíritu inmundo (cfr. Lc 11,24 s.).

Hemos de entrar en su Corazón, es decir, indagar sus pensamientos, conocer su modo de ser y de reaccionar.  Para ello habremos de leer y meditar su Palabra en la Biblia, sus ejemplos; las explicaciones y aclaraciones de la Iglesia por las enseñanzas de los Papas, las vidas de los santos, las publicaciones ortodoxas...

Y confrontar nuestra vida con la de Cristo, en un diálogo intermitente, volviendo incansables una y otra vez a El, al amigo fiel de siempre y para siempre; para hacerlo todo en su presencia y todo dedicarlo a su mayor gloria.

Meditación personal

¿Qué me dijo hoy Dios a través de esta lectura y meditación? ¿Cómo puedo aplicarlo a mi vida diaria?

Oración de los fieles

Al celebrar hermanos, el amor infinito de Jesucristo, nuestro Dios y Señor, supliquemos humildemente al Padre de la misericordia.

Para que mande operarios a su mies y ministros a su Iglesia,

roguemos al Señor. - Te rogamos óyenos.

Por la santa Iglesia de Dios nacida del Corazón de Cristo: para que anuncie a todos los pueblos el amor de Dios a los hombres,

roguemos al Señor.

Por nuestro Santo Padre el Papa Benedicto XVI, con su firmeza de roca apostólica, gobierne paternalmente al pueblo santo de Dios,

roguemos al Señor.

Por todas las naciones y sus habitantes: para que vivan en la justicia y se edifiquen en la caridad.

roguemos al Señor.

Por los miembros de nuestra comunidad: para que sepamos amarnos mutuamente y reine entre nosotros la humildad y la comprensión,

roguemos al Señor.

Oh Dios, que nos has manifestado tu amor en el Corazón de tu Hijo: muéstranos también tu inmensa bondad escuchando las oraciones de tu pueblo.

Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

Bendición


Canto final


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